La construcción del personaje en una película se define por su aspecto físico, su personalidad, qué hace de su vida, cuál es su entorno, por dónde se mueve… y en dónde habita. Sí, la casa del protagonista sirve para redondear la psicología del personaje y, su correcta elección —con todos los elementos que la componen—, es una tarea esencial del profesional de la dirección de arte.
Dime dónde vive y te diré cómo es el personaje; en este artículo abrimos las puertas de las casas de cine que más definen a sus protagonistas.
Calidez de colores y confort tecnológico arropan los sentimientos de Theodore
En la película Her su protagonista Theodore Twombly, un escritor de cartas románticas y recientemente divorciado, se refugia en su casa para evadirse de su profunda tristeza en un ejercicio de no querer hacer frente a sus propios sentimientos.
Su vivienda, acorde al mundo futurista en el que se desarrolla la película, le aporta tecnológicamente a Theodore todo lo que necesita. En ella, se refugia para no dar voz a sus emociones. Es de ese modo como su apartamento es un mero reflejo de su estado mental.
Así pues, su casa aparece como un espacio provisional, con cajas a medio desempaquetar, cuadros en el suelo apilados sin ordenar y una gran pantalla con un juego de un muñequito que es lo único que le hace sonreír en sus noches de soledad.
Los colores utilizados en la película como rojos, naranjas, amarillos; la mayoría de ellos cálidos o en tonos pastel, consiguen crear una atmósfera precisa y acogedora, también muy presente en el apartamento de Theodore. Esto contribuye a la configuración de un espacio agradable, amistoso para el protagonista que le hará sobrellevar mejor su depresión dentro del ensimismamiento que le aporta su hogar.
Este ambiente de confort tecnológico, idealistamente cálido… potenciará el enamoramiento de Theodore hacia Samantha, una no mujer sino más bien un sistema operativo inteligente artificial, con voz femenina que parece encajar al cien por cien con la personalidad del escritor, tal como si hubiese encontrado a su media naranja.
Este enamoramiento ideal, romántico…no hará más que enfrascar su personalidad en una situación irreal, que lo distanciará de los sentimientos reales que únicamente tienen las personas de verdad, las físicas.
https://youtu.be/UKMehPI1sUg?t=11
Veamos a continuación la película Órbita 9 (2017), también del género de ciencia ficción, pero con una casa en las antípodas de Theodore.
Atemporalidad y sencillez en vivienda imprimen humanidad al protagonista
En esta película el protagonista Álex, un científico que participa en una misión sobre la supervivencia humana, se enamora de Helena, la joven que forma parte del experimento.
A pesar de trabajar en un laboratorio y formar parte de la más avanzada tecnología, Álex tiene una casa humana con objetos del pasado con una historia y recuerdos: algunos de ellos como pequeños robots antiguos, lo que él considera como los mecanismos más sencillos y que a su vez son los más complejos.
La caracterización de protagonista como alguien humano, con sentimientos, se potencia con su casa, es pues un mero reflejo de su persona.
Esta personalidad humana, que nada tiene que ver con el resto de personas que le rodea en su trabajo, como frías, calculadoras, es la que definirá su persona y hará que empatice con la situación de Helena, la que derivará en un profundo amor hacia ella.
Después de su duro trabajo con la más avanzada tecnología del futuro, nos esperamos que el protagonista acuda a una vivienda futurista. En cambio, lo vemos en una casa atemporal y llena de objetos del pasado. Incluso visiona en un proyector de super8 imágenes de la orilla de una playa: los videojuegos y la televisión no tienen cabida en la vivienda de Álex, el humano en un universo deshumanizado.
Si deseas disfrutar con una película de sentimiento que choca con escenarios minimalistas, no dudes en echarle un vistazo.
Pasamos al género de comedia para analizar la casa donde transcurre la película La cena de los idiotas (1998).
Piso clásico parisino para una cena con “humor refinado”
En este filme francés, el protagonista Pierre Brochant, un reconocido editor, y sus amigos, organizan todas las semanas una cena que funciona a modo de apuesta. El que invite a la persona más idiota que amenice con tonterías la velada de principio a fin, será el ganador. Ahora bien, la película transcurre en la casa de Brochant, un piso típico parisino de techos altos y grandes espacios.
Su decoración con obras de arte de coleccionista y muebles de época imprimen una personalidad intelectual, de persona con cierto gusto y criterio al protagonista. Valiéndose de su casa como representación de su clase social e intelecto, Brochant aprovecha para burlarse del invitado escogido.
Conseguir esa situación de burla, mofa en un lugar de menor riqueza espacial para dejar en evidencia al invitado, sería mucho más difícil en una casa convencional.
De ahí que el carácter y personalidad de los protas se vea apoyado con la elección de la correcta escenografía, creando una atmósfera perfecta para el desarrollo de la cena. (Gracias a ello, el filme recibió tres premios César (premios del cine francés) al mejor actor, mejor actor de reparto y mejor guion).
Pasamos al romanticismo con la película Great Expectations (1998), una adaptación de la novela homónima de Charles Dickens.
Espacios románticos y arquitectónicos
En esta película un chico joven de clase baja, Finn, se enamora de Estella, una joven que vive junto a su tía y que gozan de una clase social privilegiada.
Esta diferencia social se manifiesta en el lugar en el que vive la joven, un palacete de estilo modernista con grandes espacios y encantadores detalles arquitectónicos. La decadencia y la belleza de un amor imposible se entremezcla con la vegetación que inunda el lugar, como una metáfora de lo inalcanzable en el paso del tiempo.
La película cambia su curso cuando Finn se convierte en un pintor de éxito y se muda a Nueva York. Allí, en su máxima plenitud profesional, escogerá un lugar acorde a su momento, un típico loft neoyorquino industrial, con grandes ventanas e infinitos metros cuadrados donde Finn dará rienda suelta a su creación artística.
Como artista, Finn vivirá y pintará en el mismo lugar, algo que tiene que ver con el origen real de los lofts. Esos espacios que surgieron en los años 50 y que tras una desindustrialización fueron adaptados por artistas para vivir y dar rienda suelta a su creación por tratarse de grandes superficies a un módico precio.
En el caso de Finn, escoge un loft por su gran éxito profesional, es de este modo como las viviendas escogidas en el filme definen claramente las realidades de los personajes y matizan su personalidad. Sin lugar a duda, aunque no gustes de películas románticas, esta sí merece la pena ver porque te podrás deleitar en la calidad de los detalles arquitectónicos y de variados estilos.
A continuación, pasamos a analizar un grupo de películas de temática truculenta, veamos si los espacios ayudan a crear esa atmósfera morbosa.
Elegancia y asepsia de escenografías perfilan la locura
Empezamos por Dead Ringers (1988) más conocida como Inseparables en español. Los protagonistas son dos hermanos gemelos idénticos que comparten la misma profesión de ginecólogos y el mismo gusto por las mujeres. Sin embargo, su personalidad es muy diferente y uno de ellos, Beverly, termina sumido en una profunda locura derivada de su amor por una mujer, demencia que termina entremezclándose con su profesión.
Los ambientes en los que trascurre la película son la clínica ginecológica y el apartamento de Beverly, ambos ambientes asépticos, apagados y de colores grisáceos. Lo escultural, elegante y sobrio enfatiza la locura del protagonista. La atmósfera creada con la escenografía ha sido clave para lograr la sensación truculenta que se mantiene a lo largo del metraje. Algo que le ha valido el premio Genie Awards (premios del cine canadiense) a Carol Spier, por la mejor dirección artística en la película.
Ahora toca darle paso a la película Orgasmo (1969).
El laberinto de estancias atrapa la mente de una Carrol Baker cautiva
En esta película, Carrol Baker, interpretando a una reciente viuda, se muda a una lujosa villa y empieza a vivir una vida desenfadada. Sin embargo, un destino planificado pondrá a un joven en su camino, y sin darse cuenta se convertirá en prisionera de la mansión que tanto disfrutaba en un principio. La protagonista irá decayendo a medida que sus delirios se entremezclan con el propio laberinto que parece existir dentro de la misma vivienda.
Pasillos interminables, puertas confusas y escaleras peligrosas se lo ponen difícil en sus ansias desesperadas de escapar de la vivienda. Un ambiente perturbador muy acorde a la situación que vive.
También, sin duda, una película muy recomendable para disfrutar visualmente con la arquitectura del filme.
Casa Midcentury en pueblo tradicional
Angustia de silencio (1972). La película transcurre en Accendura, un pequeño pueblo tradicional de casas blancas en la región italiana de Lucania, en donde sus habitantes están aterrorizados por la aparición de varios niños asesinados. Una de las principales sospechosas de los crímenes es Bárbara Bouchet, una joven que está de vacaciones en el pueblo en la casa familiar de veraneo. Toda en ella es diferente de acuerdo al tradicionalismo del pueblo, su personalidad moderna, desenfada y liberal se apoya con su vivienda vacacional.
Una maravillosa casa midcentury, con estructura orgánica de madera y decorada con sumo gusto: lámparas Space Age, Op-Art y hasta una escultura cinética de agua, que relaja a la protagonista mientras la interrogan, conforman un interior ultramoderno acorde a la personalidad de Bárbara.
La película define muy bien los estereotipos de personas acorde a su modo de vida y comportamientos. Es pues, un clásico del Giallo de Lucio Fulci, de recomendable visionado.
Personalidad perfeccionista en espacio cuidado y elegante
Por último, analizaremos la casa del doctor Jeffries (Anthony Perkins), protagonista de la película Alguien detrás de la puerta (1971). Jeffries es un psiquiatra dedicado a la investigación que vive por y para su trabajo.
Su perfecta vida, impoluta y controlable, se manifiesta en su vivienda, un espacio muy cuidado, elegante, de techos altos y con muebles clásicos del diseño que representan su personalidad perfeccionista al detalle.
Sin embargo, sus sentimientos con su mujer también están a rajatabla y esto provoca que ella lo abandone. Ante la sensación de desamparo, el doctor comienza a tramar una forma de venganza en su casa, y a medida que suceden los hechos su vivienda irá cobrando más protagonismo en su decadencia.
Como hemos visto hasta ahora, en la mayoría de películas los protagonistas suelen definirse por el espacio que habitan, su personalidad se crea como un reflejo de la casa donde residen y de la atmosfera que se construye en el filme.
¿Representan realmente las viviendas de cine la clase social de sus habitantes?
Sin embargo, en otras películas sucede que la casa del protagonista es mejor que el mismo personaje que la habita. Algo que apreciamos en las películas de Almodóvar, por ejemplo, una familia desestructurada que vive en un palacete de techos altos, suelos hidráulicos, grandes superficies y que en el mundo real sería considerada como una vivienda de lujo, pues parece no cuadrar con las personas que la habitan.
En estos casos, el personaje vive en un espacio sobreelevado de clase social que no corresponde con su situación.
En general, en el cine podemos ver que la casa de un protagonista de profesión reponedor de supermercado, una cajera o teleoperadora no se corresponde con lo que sería en la vida real. ¿A qué es debido esto? Visualmente no sería interesante y no habría espacio suficiente para poder realizar las tareas de movimientos de personajes y de cámara.
Pero en España tenemos una excepción, y se trata del cine quinqui, donde sí existe un hiperrealismo, es decir, la casa sí refleja el estado, el modo de vida del personaje. Por ejemplo, los edificios, si los podemos considerar como tal, están situados en barrios en la periferia, o son poblados con chabolas… del mismo modo que muchas personas de toda una familia al completo viven en una misma casa compartiendo literas en una misma habitación, dentro de un espacio mínimo. Lugares con casas a medio terminar, sin apenas urbanismo, que sí definen la realidad del lugar donde el protagonista vive e intenta sobrevivir a duras penas.
Todo este trabajo de caracterización del personaje es labor del director/a de arte. La casa, en este caso es pues un reflejo de la persona, y saber buscar esta relación directa entre personalidad y vivienda, crear la escenografía acorde al personaje, pues no te vayas a pensar que es tarea sencilla, requiere de talento y de una formación adecuada.
Del talento tendrás que encargarte tú, sin embargo, de la formación nos encargamos nosotros. Es por ello que, desde aquí, te invitamos a que conozcas nuestro Curso de Dirección de Arte, para que así puedas aprender a construir los mejores ambientes y escenas.
¡No esperes mucho más y empieza a crear tus propias atmósferas!