Lograr que una producción fílmica se convierta en una gran película depende de muchísimos factores, desde los más obvios (buenas actuaciones, dirección acertada, guion atractivo) a los menos, como el vestuario o el sonido. Dentro de este último grupo existe un factor que, a pesar de pasar desapercibido para la mayoría de los espectadores, es sin duda uno de los más importantes: el montaje cinematográfico.
Responsable de desarrollar el lenguaje de la película, el montaje de una película no suele ser algo que los espectadores noten, precisamente porque así tiene que ser. Si el espectador nota cuándo y dónde se ha hecho un empalme o cuándo se ha eliminado una escena, es que el montaje está mal hecho. Lógicamente esto no tiene por qué ser siempre así, ya que puede existir un motivo por el que quisiéramos que el público note un determinado empalme, pero eso debe perseguir algún objetivo narrativo o artístico, y no ser producto de un error.
Pero vamos a empezar por el principio, que si has llegado hasta aquí sin tener muy en claro de qué estamos hablando lo mejor va a ser que comencemos por la definición.
¿Qué es el montaje cinematográfico?
En pocas palabras, hablamos de montaje cuando, después de la filmación de una obra, unimos distintas parte de película para crear la obra final. Es el equivalente en cine a la edición de vídeo en formato digital.
¿Cuál es la función del montaje?
El montaje cinematográfico es el encargado de desarrollar el lenguaje audiovisual de una obra. Es durante el montaje que se eligen, ordenan y unen las distintas tomas que compondrán la película, siempre bajo una idea y una dinámica establecida por el guion y la visión artística y creativa del director.
¿Por qué es tan importante?
Todo cineasta quiere que su obra sea creíble y que el público pueda sumergirse en la historia “sin notar” que es una película, ¿verdad? Pues bien, la importancia del montaje cinematográfico en el lenguaje audiovisual reside en que es gracias a él que las distintas tomas y escenas filmadas son capaces de formar la obra fluida, entendible y creíble que el director espera conseguir.
Una película no es un compendio de tomas superpuestas sin mayor sentido, y es el montaje cinematográfico el que se encarga que así sea.
Tipos de montaje
Existen dos tipos de montaje que pueden definir por sí mismos el estilo de toda una película. Estos son el montaje interno y el montaje externo.
Montaje interno
En este tipo de montaje es la cámara y los actores quienes van “guiando” la escena. No existe superposición ni empalme de tomas, sino que los “cortes” se hacen mientras se va filmando (haciendo un primer plano en un objeto, simulando un fundido a negro en una zona oscura, etc).
El montaje interno es el menos utilizado hoy en día. Esto se debe a que es realmente complejo filmar todas las escenas con este montaje, ya que el resultado depende de que todas las partes involucradas no cometan ni un solo error (de lo contrario habría que volver a empezar desde el principio cada vez). Por lógica, se filma con una única cámara.
En “La soga” (1948) Hitchcock rodó toda la película en tomas de diez minutos, que era el tamaño de los rollos de película de esa época.
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Montaje externo
El montaje cinematográfico externo es el más tradicional. En él, la acción se fragmenta en pequeñas tomas (que pueden ser filmadas con distintas cámaras, angulaciones y planos) que son unidas más tarde siguiendo el orden establecido por el guion y el ritmo definido por el director (aunque es verdad que el montador suele tener libertad para elegir cuando es el mejor momento para pasar de una toma a otra).
Estilos de montaje
Según lo que queramos decir, expresar o contar en una película podremos usar uno o distintos estilos de montaje. Vamos a repasar los principales:
Montaje narrativo
Es el tipo de montaje más tradicional, ya que es el que busca narrar la historia comenzando por el principio y desarrollando un nudo para llegar a un final determinado.
Montaje expresivo
Este tipo de montaje se aleja de la idea de “tener” que narrar una historia para acercarse al concepto del cine como herramienta para transmitir ideas. Así, en el montaje expresivo lo importante no es necesariamente la narración de una historia sino la idea que el director quiere transmitir.
Su apogeo llegó a finales de los años veinte del siglo pasado, antes de la aparición del cine sonoro, que acabó con este tipo de montaje.
Montaje ideológico
Este estilo de montaje persigue un sentido más ideológico en la forma en que narra la historia, creando o evidenciando distintos tipos de relaciones entre sucesos, objetos o personas.
Montaje creativo
Alejado de cualquier regla o normativa estricta sobre la forma en que se deben unir las distintas partes de una película, el montaje cinematográfico creativo buscará dar coherencia, ritmo, acción y belleza a la obra fílmica a través de formas innovadoras y disruptivas de unir las distintas tomas de un film.
Montaje poético
Este tipo de montaje persigue un objetivo más poético que narrativo. Para hacerlo, combina los distintos fragmentos de película con una clara intención expresiva, de forma que el espectador reaccione exactamente a las intenciones emocionales y artísticas impuestas por el director.
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