El porqué de la escena en blanco y negro en Dune: parte 2

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Una imagen vale más que mil palabras. Y la impresionante secuencia en blanco y negro de Dune: Parte 2 lo demuestra con creces. En apenas unos minutos, el director Denis Villeneuve consigue transportarnos a un mundo alienígena tan inhóspito como fascinante. Un logro que requirió una compleja ingeniería tanto narrativa como técnica.

Acompáñanos en este viaje para desentrañar los secretos tras una de las escenas más memorables del cine reciente. Descubriremos cómo el enigmático sol negro de Giedi Prime inspiró la visión de Villeneuve. Exploraremos los retos a los que se enfrentó el equipo creativo para hacer realidad esta original apuesta estética. Y entenderemos cómo cada detalle, por pequeño que sea, confluyen para crear un momento cinematográfico verdaderamente inolvidable. ¿Estás preparado para sumergirte en el apasionante universo de Dune?

¡Comenzamos!

La escena en blanco y negro de «Dune: Parte 2»

Dune: Parte 2 nos transporta por primera vez al tóxico planeta Giedi Prime, hogar ancestral de la siniestra Casa Harkonnen. Y lo hace a través de una original y arriesgada apuesta estética: una impresionante secuencia de casi 10 minutos filmada íntegramente en blanco y negro. Esta intrigante escena, que muestra un duelo gladiador, transcurre bajo la luz de un sol negro: elemento clave en las novelas originales de Frank Herbert. Se trata de un sol cuya radiación mata todo color a su paso, impidiendo que nada florezca en este inhóspito mundo.

El enigmático sol negro de Giedi Prime

La idea de transportar al público al tenebroso Giedi Prime a través de imágenes en blanco y negro partió del mismo Denis Villeneuve. Una arriesgada apuesta artística que, lejos de ser un capricho estilístico, es coherente con la esencia perturbadora del universo Herbertiano. «Quería sumergir al espectador en un mundo que se sintiera extraño, desconocido y amenazante«, comentó el director sobre su objetivo con esta peculiar escena.

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La visión de Denis Villeneuve

Lejos de ser un recurso gratuito, el blanco y negro envuelve todo en una inquietante atmósfera ajena y distópica. Los escenarios de formas imposibles, la escasa vegetación, los rostros cetrinos y demacrados de los Harkonnen… Todo inmerso en una noche eterna que refuerza la naturaleza perversa de esta casa. Villeneuve logra evocar visualmente un mundo dominado por la maldad absoluta de los Harkonnen, impactando al espectador con una estética tan hipnótica como repelente.

La técnica escogida por Villeneuve para plasmar su particular visión no estuvo exenta de complejidad. De hecho, supuso todo un desafío para el equipo creativo encargado de hacer realidad esta arriesgada apuesta estética.

A continuación, exploraremos las claves detrás de esta ingeniería audiovisual, que llevó la ciencia ficción a cotas visuales nunca antes vistas.

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Recreando un mundo alienígena: El desafío técnico

La técnica escogida por Villeneuve para plasmar su particular visión de Giedi Prime no estuvo exenta de complejidad. De hecho, supuso todo un reto sin precedentes para el equipo creativo encargado de hacer realidad esta arriesgada apuesta estética.

Para empezar, Villeneuve quería que el público sintiera que estaba siendo transportado a un mundo desconocido y extraño. Un planeta sometido eternamente a la tenue e inquietante luz de un sol negro, donde la vida como la conocemos sería imposible.

Lograr que el espectador se sumergiera en la inhóspita y amenazante realidad de Giedi Prime requería recrear visualmente la idea de que allí ni siquiera el color puede prosperar. Que el sol negro había matado toda posibilidad de vida, dejando un paisaje estéril, decadente y tóxico dominado por las sombras.

Plasmar esa absoluta carencia de color y vida, contrastada con la opulencia enfermiza de los Harkonnen, exigía una fotografía extremadamente depurada y medida al milímetro. Cada textura, cada matiz de luz y cada encuadre tenía la responsabilidad de complementar la alienación de Giedi Prime.

Somos producto de nuestro entorno

«Quería que la puesta en escena transmitiera la idea de que en Giedi Prime la luz del sol mata el color. Que nada puede florecer en este planeta hostil, ni siquiera el color«, explicó Villeneuve. «Somos producto de nuestro entorno. Los Harkonnen son el reflejo de la toxicidad de su planeta natal«.

El desafío técnico

Plasmar esa absoluta carencia de color y vida, contrastada con la opulencia decadente de los Harkonnen, exigía una fotografía extremadamente depurada y medida al milímetro.

En definitiva, el equipo creativo se enfrentaba al colosal reto de transportar al espectador a un mundo distópico tan fascinante como inhóspito e imposible. Un mundo donde el sol mismo parecía conjurarse contra la vida. Un desafío que solo podía abordarse a través de soluciones técnicas y narrativas nunca antes exploradas en el cine.

Continúa leyendo y descubre las principales técnicas utilizadas para hacer realidad la visión de Villeneuve y su recreación de un mundo dominado por la oscuridad tóxica de Giedi Prime.

Rodando en infrarrojo: Los retos de la cámara modificada

Para lograr la particular atmósfera de Giedi Prime, el director de fotografía Greig Fraser tomó la decisión de rodar con una cámara modificada para captar sólo en infrarrojo. Una arriesgada técnica con la que ya había experimentado en títulos como «Rogue One».

Conseguir el equilibrio perfecto entre blanco y negro e infrarrojo fue toda una proeza técnica sin precedentes. El infrarrojo capta longitudes de onda invisibles al ojo humano, por lo que ciertos materiales pueden reaccionar de forma impredecible. Esto obligó a todo el equipo a estar en estado de máxima alerta para detectar cualquier efecto extraño y corregirlo sobre la marcha.

Cada segundo de metraje tuvo que calibrarse con absoluta precisión, prestando especial atención a texturas, temperatura de color, contraste y balance de negros. Lo que podría parecer un simple «filtro» fue en realidad un trabajo minucioso de recreación de una estética coherente y creíble.

Las complejidades del blanco y negro digital

Aunque el blanco y negro parece una técnica sencilla, en el cine digital implica un meticuloso trabajo para que los contrastes sean armónicos y realistas. En el caso de Dune, este desafío se magnificaba al combinarlo con la fotografía en infrarrojo.

Por ejemplo, telas aparentemente negras podían verse completamente blancas o decoloradas con la cámara infrarroja, un efecto muy poco natural. Por ello, vestuario (Jacqueline West) y fotografía tuvieron que colaborar estrechamente, probando infinidad de tejidos y ajustando milimétricamente la iluminación.

Cada textura y material necesitó un estudio y tratamiento especial para que interactuara como el director buscaba con la compleja iluminación de Giedi Prime.

Diseño de producción: Reimaginando Giedi Prime

El diseñador de producción Patrice Vermette también afrontó el reto de conceptualizar un mundo coherente con la estética infrarroja y de blanco y negro. Se inspiró en elementos tan variados como obras de H. R. Giger o fosas sépticas para crear un ambiente distópico, con formas abstractas y materiales como el plástico negro.

Cada elemento escenográfico resalta la extrañeza de este mundo antinatural donde hasta el sol está en su contra. Los objetos tétricos que pueblan Giedi Prime son un reflejo de la maldad de sus habitantes. Vermette consiguió una escenografía impactante, que complementa a la perfección la ambientación visual creada por la fotografía de Greig Fraser.

Diseño de producción, vestuario y fotografía lograron recrear con detalle la inquietante realidad de un planeta condenado a la oscuridad eterna.

La violencia estilizada de un coliseo alienígena

Más allá de la fotografía en blanco y negro, otra clave en la escena es la representación del duelo gladiador entre Feyd Rautha (Austin Butler) y un esclavo. Villeneuve buscaba retratar la violencia como un acto ceremonial para los Harkonnen, a la vez fascinante y repulsivo.

Para ello se inspiró en referentes tan diversos como los cuadros de Goya, la estética de los combates de boxeo y las antiguas ejecuciones públicas en la horca. El resultado es una secuencia impactante, que transmite la teatralidad siniestra con la que los Harkonnen contemplan la tortura y la muerte.

De H.R. Giger al arte medieval

El diseño conceptual del coliseo donde se desarrolla la pelea también aporta mucho a esta atmósfera de violencia elegante y estilizada. Por un lado, las formas orgánicas oscuras evocan la influencia de H.R. Giger, conocido por su trabajo en Alien. Al mismo tiempo, la piedra oscura y las antorchas remiten a la arquitectura de antiguos coliseos romanos o medievales. Hay un aire retrofuturista en esta mezcla de lo antiguo con formas de inspiración más orgánica y alienígena.

Esta combinación de influencias tan dispares refleja la naturaleza ecléctica y extravagante del gusto Harkonnen por lo macabro. Pero siempre dentro de una cuidada paleta monocromática que refuerza la eterna penumbra tóxica de Giedi Prime.

En conjunto, el coliseo se erige como una magistral pieza de diseño que refleja la personalidad siniestra y teatral de los Harkonnen. Un escenario perfecto para la maldad ritualizada que estamos a punto de presenciar sobre la arena.

Las reacciones sonoras de una cultura ajena

Finalmente, el diseño sonoro complementa magistralmente la violencia ceremonial en pantalla. Los gritos roncos del público Harkonnen resuenan como los de una tribu antigua presenciando un ritual atávico. Su extraño dialecto enfatiza que se trata de una civilización profundamente ajena.

La escena consigue una representación fascinante de la violencia como espectáculo para una cultura profundamente extraña. Tanto en imagen como en sonido, la secuencia transmite la majestuosa barbarie de un pueblo modelado por la oscuridad tóxica de su entorno.

Llevando las descripciones del libro a la pantalla

Plasmar el universo de Dune en imagen suponía todo un desafío, dado el alto nivel de detalle de las descripciones en las novelas de Herbert. Por ello, Villeneuve se rodeó de uno de los mejores equipos creativos para llevar esas visiones a la gran pantalla.

Cada localización y elemento visual tuvo que ser pensado meticulosamente para ser fiel al material original. Un proceso de documentación y conceptualización que en ocasiones llevó años, como en el caso del planeta Arrakis. Solo así se consiguió capturar la esencia de las ciudades, naves y mundos que habitan las páginas de Dune.

Honrando el legado de Frank Herbert

Más allá de la fidelidad visual, el equipo buscó ante todo honrar el espíritu de las novelas de Herbert. Por ello se preocuparon por reflejar conceptos clave como el ecocidio o la manipulación religiosa y política. También pusieron todo su empeño en plasmar la sensación de un futuro lejano pero verosímil.

Como señaló el director de arte Patrice Vermette, no pretende ser «ciencia ficción retro«. Sino una ventana a un universo que se siente genuino y coherente gracias al riguroso trabajo en cada detalle. Un homenaje al talento de Herbert para crear realidades completas en la mente del lector.

El cuidado de los detalles visuales

Y es en los pequeños detalles donde reside la grandeza de la dirección de arte de Dune. Cada textura, color, forma o material fue escogido intencionadamente para contar visualmente la historia de este universo. Ya sea en los opresivos interiores Harkonnen o en la rudeza funcional de los trajes Fremen.

Tanto el vestuario como las escenografías muestran una dedicación admirable, fruto de un equipo entregado en cuerpo y alma. Gracias a ello, cuando la cámara se detiene en un objeto o prenda cualquiera, estamos contemplando algo más que un accesorio: es una ventana a todo un mundo alienígena.

Conclusión: El porqué de la escena en blanco y negro en Dune: parte 2

A lo largo de este artículo, hemos analizado en profundidad los retos técnicos y el simbolismo detrás de la llamativa escena en blanco y negro de Dune: Parte Dos. Queda claro que esta arriesgada apuesta estética no fue un capricho gratuito, sino una decisión con un propósito narrativo muy específico.

La escena buscaba sumergir al espectador en la atmósfera opresiva y antinatural del planeta Giedi Prime, cuna de la maldad de los Harkonnen. Mediante la ausencia de color, transmite visualmente la idea de un mundo muerto e inhóspito, donde ni siquiera la luz del sol puede prosperar.

El blanco y negro era la mejor manera de representar un ambiente toxico y decadente, en contraste con el resto de escenarios en color de la cinta. Una impactante carta de presentación visual para el hogar de los temibles villanos de Dune.

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