Los mejores directores de fotografía: Gordon Willis

Gordon Willis

Después de conocer la vida y obra de directores de fotografía como Janusz Kaminski, Emmanuel Lubezki o Néstor Almendros, hoy vamos a hablar de otro de los grandes exponentes de la dirección de fotografía cinematográfica: Gordon Willis.

Famoso por sus trabajos con Woody Allen y por ser el director de fotografía de la trilogía de El Padrino, Willis ha sabido ganarse un lugar entre los especialistas en dirección de fotografía más reconocidos del planeta. Vamos a conocer más sobre él.

 

¿Quién fue Gordon Willis?

Nacido en Nueva York en 1931, Willis estuvo estrechamente ligado al cine desde muy pequeño, ya que su padre trabaja como maquillador en la Warner Bros.

Su amor temprano por el cine lo llevó a querer convertirse en actor, aunque rápidamente cambió su interés por la interpretación por el de la iluminación y el diseño de escenarios, que luego mutaría en un amor por la fotografía.

Durante un tiempo trabajo como fotógrafo de modelos, para luego trabajar de recadero en la Warner, puesto que le consiguió su padre a través de algunos contactos.

El momento definitivo que lo uniría al cine se dio durante la guerra que Estados Unidos mantuvo con Corea en la década del cincuenta. En ella, Gordon Willis sirvió en la Fuerza Aérea, donde se unió al Servicio de Fotografía y Cartas, en una unidad dedicada al cine.

Allí aprendió durante cuatro años todo sobre cómo hacer películas y, cuando regresó, comenzó a trabajar como asistente de cámara, convirtiéndose en primer cámara más de una década después. Trabajó filmando una enorme cantidad de comerciales y documentales hasta que, ya en la década del setenta, pasó a trabajar para tres de los más grandes directores de cine de todos los tiempos: Alan Jay Pakula, Francis Ford Coppola y Woody Allen.

 

La última película de Willis, La sombra del diablo, curiosamente fue también la última del director de la misma, Alan J. Pakula, quien falleció en un accidente poco después

 

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Sus trabajos más reconocidos

Podríamos encontrar decenas de obras dignas de un análisis en la filmografía de Gordon Willis (Annie Hall, Zelig, Todos los hombres del presidente…), pero si tuviésemos que elegir una sobre la que hablar en particular, aún a sabiendas de lo subjetivo de la elección, vamos a quedarnos con El Padrino.

 

Análisis de la fotografía de El Padrino

En este clásico absoluto del cine mundial, la visión de Willis se hace patente en prácticamente todo el film.

Primero lo primero: la iluminación cenital que utilizó en una extensa parte del film cambió completamente el paradigma que existía hasta entonces sobre la forma de iluminar una escena.

Esta iluminación nació en parte como forma de disimular el maquillaje que Marlon Brando tenía para lucir más viejo, aunque no es ese el único motivo: el otro motivo es simplemente la genial visión de Willis y su capacidad de adaptarse a las necesidades específicas de una situación dada.

La escena en la que Bonasera clama justicia frente a un estelar Marlon Brando acariciando a un gato define a la perfección el rol de cada personaje. Buena parte de esto se logra gracias a una luz que, al provenir de arriba, deja los ojos de Don Corleone casi completamente en penumbras, proyectando una imagen de frialdad, miedo, poder y misterio.

Pero no es solo el uso de la luz cenital por lo que destaca la fotografía de El Padrino, sino también el uso de la subexposición, cosa que también fue una firma del trabajo de Willis (no por nada lo llamaban “El príncipe de las tinieblas”). En una época en la que todas las películas utilizaban iluminaciones muy amplias que evitaran las sombras casi a toda cosa, Gordon Willis decide filmar la película en la más absoluta de las penumbras, dándole así a la película la identidad visual que ha permanecido en nuestra retina a lo largo de todos estos años.

El estudio de las sombras de esta película podría dar para hacer una tesis, pero si tuviésemos que marcar un último punto sobre el que hablar, no tendríamos más opción que hablar de la iluminación de los rostros.

No solo de iluminación cenital se valió Willis para crear el ambiente de la película, ya que utilizó mucho la iluminación lateral para los rostros. De esta forma, los personajes nunca muestran su cara entera, sino que siempre muestran una mitad mientras mantienen la otra en la más profunda oscuridad, una clara alusión al tipo de vida que llevan dentro de la película.

El caso más emblemático es el de Michael, cuyo rostro se ilumina completamente cuando está Italia, alejado de la familia y de su estilo de vida, y se va oscureciendo con el paso de las escenas, hasta que finalmente acaba al final de la película en las mismas penumbras en las que había comenzado el rostro de su padre al principio del film.

 

Obviamente son muchísimos más los aspectos que podríamos analizar a la fotografía de Gordon Willis en general y de El Padrino en particular, pero por el momento vamos a dejarlo aquí para poder continuar este análisis más adelante.

 

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