Desde hace ya algunas semanas en nuestro blog decidimos hacer un breve repaso por el listado de los máximos exponentes de la dirección de fotografía. Este viaje por los principales iconos de la fotografía cinematográfica nos llevó a conocer a artistas de la talla de Emmanuel Lubezki, Robert Richardson o Janusz Kaminski, y hoy hace una nueva parada, esta vez en Roma, para conocer a otro de los grandes de esta profesión: Vittorio Storaro.
¿Quién es Vittorio Storaro?
Nacido en Roma en 1940, Vittorio Storaro nació en una familia estrechamente ligada al cine, ya que su padre era proyeccionista. Su relación con la fotografía comenzaría cuando empieza a estudiarla de forma amateur a la temprana edad de 11 años, siendo a los 18 cuando comienza sus estudios formales en el Centro Sperimentale di Cinematografia, la Escuela Nacional de Cine de Italia.
Desde muy temprano Storaro entiende que existe algo que la luz puede comunicar de forma inequívoca y emotiva, por lo que se pasa buena parte de su vida experimentando con ella y con todas sus posibilidades de expresión. Estas posibilidades recaen también en el color, un tópico sobre el que este genio de la dirección de fotografía se especializa hasta casi obsesionarse.
Storaro y el color
Vittorio Storaro entiende que todas las personas tienen una historia diferente y que cada una asocia simbólicamente un color determinado con una experiencia distinta, pero más allá de eso también ve una conexión universal entre los colores y ciertas emociones.
Esto ya comenzó a aplicarlo al comienzo de su carrera, cuando muchos de los profesionales de la fotografía cinematográfica creían que las películas a color no conseguían las mismas sombras que las películas en blanco y negro. Ese era el motivo que esgrimían los directores de la época para no utilizar el color en los dramas y relegarlo a comedias o musicales.
Storaro supo romper con esa limitación técnica autoimpuesta por la industria para abrir al mundo un enorme abanico de oportunidades artísticas.
A continuación os dejamos un pequeño vídeo en el que Storaro expresa un poco más su idea sobre los colores.
Sus trabajos más reconocidos
Storaro ha sabido trabajar con algunos de los mayores iconos de la dirección cinematográfica, como Francis Ford Coppola, Bernardo Bertolucci, Warren Betty, Woody Allen o el español Carlos Saura, con el que filmó, hasta el momento, un total de seis películas. De su relación con ellos salieron grandes películas que le han valido premios y reconocimientos en todo el mundo.
Centrándonos en los Óscars, los premios más importantes de la industria cinematográfica, Storaro ha sido nominado cuatro veces al premio por mejor fotografía, ganándolo en tres ocasiones con Apocalypse Now, una de las mejores películas de la historia, Reds y El último emperador (la cuarta nominación, que no ganó, fue para su trabajo en Dick Tracy en 1990).
La fotografía de Apocalypse Now
Es verdad que si quisiéramos entender el trabajo de Storaro podríamos analizar prácticamente cualquiera de sus obras, pero la realidad es que Apocalypse Now es una obra maestra imperecedera del cine mundial, por lo que sería un desperdicio no realizar un análisis de tamaña obra.
Para entender la dimensión del trabajo que llevó a cabo Vittorio Storaro con esta película solo hace falta conocer un dato: originalmente la película se filmaría en tres meses y medio, pero finalmente fueron casi tres años y más de dos millones de metros de celuloide. Sí, DOS MILLONES de metros de celuloide. Entender la magnitud de este trabajo y la calidad del resultado final nos hará reconocer el increíble mérito de este genio de la dirección de fotografía.
El color se hace presente en la obra con una escala cromática basada en buena medida en el naranja y el amarillo. Estos colores serán los que dominen una extensísima parte de la película y harán que el espectador sienta el agobio y la presión de aquella jungla vietnamita en la que transcurre la guerra.
La iluminación, por su parte, es igual de acertada que la selección de color. Con una iluminación naturalista en ciertos momentos y absolutamente planificada en otros (el mítico momento en que Kurtz entra y sale de las sombras mientras habla), la luz se adapta a los distintos momentos de la película para ofrecer una experiencia emocional que transmite todo el terror, la locura y la destrucción de la guerra.
Con todo esto y mucho más, Storaro supo convertir una excelente película en una obra maestra del séptimo arte, que lo catapultó para siempre al estrellato de la cinematografía.
Esperamos que te haya gustado este repaso por la carrera de Vittorio Storaro. Si así ha sido, te invitamos a recorrer nuestro blog y descubrir muchos otros artículos de interés relacionados con la dirección de fotografía.