Hablar con Martín Losada es asomarse a dos mundos que hoy se entrelazan: el del creador digital y el del docente. Ambos roles los desempeña desde Treintaycinco mm, donde enseña las claves de un oficio que él mismo ejerce con intensidad. Con canales activos como @Multifunverse, @ToyHunter y @haciendomovidas, Losada ha vivido la transformación de YouTube desde dentro. En esta conversación, reflexiona sobre la evolución del ecosistema digital, la fragilidad del equilibrio entre arte y negocio, y las lecciones de una carrera marcada por la obsesión, la constancia y la empatía.
La metamorfosis de la estrategia digital
Losada reconoce que su etapa de múltiples canales nació de una estrategia que, con el tiempo, se volvió ineficiente. “Cuando trabajaba con mi exsocio queríamos asegurar que el contenido llegara a todos los públicos posibles”, explica. La fórmula consistía en hacer directos en Twitch, recortar los clips y distribuirlos temáticamente en diferentes canales de YouTube. “Hoy esa táctica no tiene sentido: ya no emito en Twitch, y YouTube cambió radicalmente», añade.
El viraje más profundo, dice, fue el del algoritmo. Antes, la temática definía la relevancia de un canal: quien se salía del nicho perdía visibilidad. “Hoy YouTube evalúa cada vídeo por separado y busca la audiencia exacta para él. Es como un Tinder donde contenido y espectador hacen match”, resume.
Esa lógica lo llevó a una conclusión clara: simplificar. “Pasé de siete canales activos a tres y aspiro a quedarme con uno solo. Lo importante es tener muy claras las ideas: qué quieres hacer, dónde y por qué». La actualidad, según él, ya no premia la dispersión, sino la coherencia narrativa y la capacidad de mantener una comunidad fiel en torno a un propósito claro.
La artesanía detrás del contenido
En su mirada, la creación digital sigue siendo una labor artesanal. “De puertas para dentro tienes que saber un poco de todo, pero de puertas para fuera tienes que saber todo de muy poco”, dice, aludiendo al conocimiento transversal que requiere este trabajo.
Guion, rodaje, montaje, iluminación, marketing, gestión de comunidad: el creador moderno debe dominar el proceso completo, aunque no sea experto en todas sus partes.
Pero el verdadero reto aparece al enfrentarse al público. “La audiencia no perdona y exige respeto”, afirma. Para él, documentarse, anticipar dudas y transmitir de manera responsable no son gestos opcionales, sino parte del compromiso ético del comunicador digital. “No tienes que ser un erudito, pero sí asumir la responsabilidad de lo que dices”, insiste.
La obsesión como motor creativo
Lejos de considerarse un creador disperso, Losada se asume como un profesional compulsivo: “No soy inquieto, soy obsesivo. Cuando algo me atrapa, no lo suelto». Esa intensidad define el núcleo de su trabajo, centrado en la cultura popular contemporánea —cine, cómic, series— abordada desde un punto de vista crítico y filosófico.
Le atrae especialmente el ejercicio de traducir ideas abstractas en guiones claros, capaces de sorprender al espectador. “Disfruto preparando escaletas y textos que obliguen a mirar lo cotidiano desde un ángulo inesperado”, comenta. Detrás de esa dinámica, añade, hay una búsqueda permanente de sentido: “Necesito ordenar lo que consumo; esa necesidad se convierte en contenido».
Sin embargo, esa pasión debe convivir con las preferencias del público. “Lo que me interesa a mí no siempre interesa a los demás”, reconoce. Por ello, su trabajo se sostiene sobre un principio esencial: la empatía. “Cada contenido es un diálogo entre lo que uno quiere decir y lo que el otro quiere escuchar. Ese punto medio es donde ocurre la comunicación real”.
Enseñar, crear y sobrevivir en la economía de las plataformas
Losada no percibe grandes fronteras entre enseñar y crear. “Ambas cosas consisten en expresar conocimientos ante alguien que tiene verdadero interés. Enseñar a crear contenido es, en cierto modo, otra forma de hacer contenido”, dice. Sin embargo, admite que el entorno digital impone sus reglas. “Las plataformas son frías. Permiten crear porque generas negocio. Si un contenido no es rentable, lo pagas con invisibilidad”.
Todo se reduce a lo mismo: expresar tus conocimientos ante alguien que está genuinamente interesado.
Esa tensión entre pasión y rentabilidad obliga a tomar decisiones difíciles. Ideas valiosas que se descartan, mensajes que se matizan, proyectos que se transforman. “Tiene su parte buena: te mantiene conectado con la realidad. Pero no deja de ser frustrante”, confiesa.
Aun así, defiende la experiencia como profundamente enriquecedora. “Superar esas barreras y vivir de lo que amas es una forma de libertad. Y también una confirmación de que esto, de verdad, vale la pena.”

Entre la utopía y la disciplina
El escenario ideal, para él, es claro: que el público siga al creador por quién es, no solo por lo que hace. Esa consolidación de marca personal es el punto máximo de libertad profesional. “Pero es casi utópico: siempre dependes de fuerzas externas”. Aun así, Losada anima a perseguirlo como horizonte, al menos de forma parcial y consciente.
Convive con esa paradoja: disfrutar de la libertad creativa y, al mismo tiempo, aceptar las exigencias del mercado. “Es un tira y afloja constante. Trabajas en lo que te gusta, pero bajo condiciones. Por eso es fundamental tener paciencia, organización y cuidar la salud mental.” Advierte que la sobreexposición y la autoexigencia pueden ser devastadoras: “Si te descuidas, la profesión te consume”.
El futuro de los creadores
A su juicio, la creación de contenido atraviesa un momento clave. Tras dos décadas de experimentación, el sector empieza a definirse. “Ser creador ya no es una locura ni un capricho. Es una profesión madura, con futuro y con potencial real de desarrollo”. La etapa actual, sostiene, es ideal para quienes decidan dar sus primeros pasos.
Su consejo a los alumnos de Treintaycinco mm es sencillo: experimentar sin miedo. “Disfrutad del momento y sentíos libres para probar. Habrá tiempo para la rigidez; ahora toca explorar. Aún hay espacio para equivocarse”.
Si pudiera regresar al inicio de su carrera, se repetiría tres cosas: ser constante, concentrarse en lo que le apasiona y no olvidar cuidarse. “Las métricas y los comentarios negativos minaron mi salud mental. No era necesario llegar tan lejos. A veces hay que parar y respirar, antes de que el caballo se desboque”.
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