Evolución de la sangre falsa, un clásico del maquillaje FX

Sangre falsa

Cuando hablamos de maquillaje de caracterización o maquillaje de efectos especiales, existe un producto que se nos viene a todos a la cabeza independientemente de cuanto sepamos o no del tema: la sangre falsa.

Presente en el cine desde su nacimiento (aunque su presencia era acotada, ya que la sangre rara vez acompañaba a la violencia en la gran pantalla) y en el teatro desde tiempos inmemoriales, la sangre artificial ha sabido convertirse en un producto imprescindible de cualquier especialista en maquillaje, e incluso de cualquier persona que busque un disfraz chulo para una fiesta de disfraces o para Halloween.

Pero algo en lo que no muchos se paran a pensar es cuál es la historia de la sangre falsa y cómo ha ido evolucionando. Hoy vamos a echar algo de luz sobre este tema, empezando desde la antigüedad.

 

La sangre falsa en la antigüedad

El teatro nace en Atenas alrededor del siglo V antes de Cristo, lo que significa que la representación artística de sucesos no solo existe desde hace 2.500 sino que también ha tenido que ir evolucionando sí o sí desde sus inicios y, con ella, sus accesorios y complementos.

Un ejemplo claro de esta evolución es, precisamente, la sangre falsa. En la antigüedad, mucho antes de que el maquillaje de efectos especiales existiera como tal, se utilizaba un pañuelo rojo para simbolizar la sangre. Esto estaba bien al principio, pero a medida que el teatro fue evolucionando el pañuelo rojo pasó a ser algo aburrido y poco realista, por lo que se antojaba necesario dar con algo que hiciera creer al público que el personaje que debía sangrar verdaderamente estaba sangrando.

Fue entonces cuando algunos profesionales del teatro de aquella época subieron la apuesta hirviendo en agua unas chinches, que son unos insectos conocidos por su pigmento rojo. A partir de ahí la sangre falsa iría evolucionando muy lentamente, ya que los recursos de los que se disponían por ese entonces eran más bien limitados.

 

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La sangre artificial en el medioevo

Durante mucho tiempo se creyó que en la época medieval, caracterizada hoy en día por su brutalidad y sus nulos hábitos higiénicos, la sangre falsa no era otra cosa que sangre animal. Esto tenía sentido, ya que la relación de la gente con la caza era mucho más habitual que la que tenemos hoy en día, lo que hacía que conseguir la materia prima para dar con una sangre realista resultara bastante sencillo.

Pues bien, hoy en día ya no se cree que hayan sido los animales quienes dotaban de realismo a las escenas más sangrientas de una obra, sino que seguramente la sangre artificial fuera el resultado de algún tipo de receta que incluiría una o más plantas.

Existen diversas razones para creer que esto último es así, pero de entre todas sobresalen dos: la primera es que, sin una forma sencilla de limpiar los disfraces, resulta poco probable que los actores quisieran vestir cada día un disfraz empapado en sangre animal que, tarde o temprano, olería a podrido. La segunda razón que se esgrime para abandonar la idea de la sangre animal es que esta, al igual que sucede con la humana, coagula, por lo que no resultaría sencillo poder almacenarla para su uso posterior.

 

La sangre falsa en la modernidad

En esta etapa vamos a centrarnos en el cine, ya que es quien mayor visibilidad dio a la sangre artificial en el último siglo.

 

En el cine blanco y negro

Cuando la sangre llegó al cine lo importante para hacerla creíble no era el color, claro está, sino la consistencia. En ese escenario, y aprovechando que daba lo mismo rojo que marrón, la sangre falsa fue jarabe de chocolate. Este producto contrastaba perfectamente con lo claro de la piel, por lo que fue utilizado durante mucho tiempo, hasta que el cine a color hizo su irrupción.

 

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En el cine a color

Cuando el color llegó al cine toda la industria estaba bastante más profesionalizada, por lo que fueron muchos los que se pusieron manos a la obra para dar con la receta de sangre que acertara en el realismo, tanto a nivel color como a nivel textura.

Hoy en día la sangre falsa la venden empresas que se dedican a crear este tipo de productos, pero en la época en que el cine a color todavía estaba dando sus primeros pasos, eran los especialistas del maquillaje quienes creaban sus propias recetas para dar con la sangre falsa perfecta (incluso hoy en día son todavía muchos los profesionales de la caracterización que prefieren sus propias recetas antes que las industriales).

Una de las primeras sangres artificiales en triunfar dentro de la industria cinematográfica fue la conocida como Kensington Gore, que fue creada por un farmacéutico británico jubilado. Esta sangre resultó muy popular en las décadas del 60 y 70.

Más tarde llegó la famosa receta de Dick Smith, de quien hablamos en nuestro artículo dedicado a los grandes profesionales del maquillaje FX, que es la que podemos disfrutar en películas como El Exorcista o El Padrino.

Pero la versión de Smith tenía un pequeño fallo: era venenosa. Al estar compuesta en parte por Kodak Photo-Flo, un químico utilizado para humectar y minimizar las marcas de agua o rayas en una película, era inviable para esos casos en los que la sangre tiene que salir de la boca del actor. Para estos casos se desarrollaron variables comestibles de esta misma sangre que utilizaban otro tipo de productos, como jarabe de maíz.

Finalmente llegamos a la actualidad, donde el CGI vuelve a entrar en escena para hacer el trabajo del maquillaje: la sangre ahora se hace, en buena medida, por ordenador. Incluso hay casos como la película Los mercenarios 2 en la que toda la sangre se hizo por CGI. Sí, TODA. Sylvester Stallone y sus colegas no tocaron ni una sola gota de sangre falsa en todo el rodaje de la película.

 

Cómo hacer sangre artificial para maquillaje

Si llegaste hasta aquí con ganas de saber cómo hacer sangre artificial no te íbamos a dejar con las ganas, ¿no? A continuación te dejamos dos recetas, una con productos más díficiles de encontrar pero que ofrecerá resultados más realistas y otra con productos que todos tenemos en casa que pueden servir para conseguir una sangre que, sin ser superprofesional, ofrece resultados más que aceptables

 

Cómo hacer sangre falsa: receta 1

Ingredientes

  • ½ taza de jugo de frutos rojo
  • 1 taza de jarabe de maíz
  • 2 cucharadas de colorante para comidas rojo
  • 1 cucharada de jarabe de chocolate
  • 2 cucharadas de harina fina de maíz
  • 1 cucharada de cacao en polvo

 

Proceso

En un cuenco agrega todos los ingredientes y mézclalos hasta obtener una textura pareja. Si quieres utilizar una licuadora, te ayudará a eliminar cualquier posible grumo.

Una vez que tienes la textura óptima será momento de ajustar el color si el resultado no es el eperado, y para eso te ayudarás con el colorante, el jarabe de maíz o el jarabe de chocolate (si la sangre está muy rosada le agregas colorante, si está demasiado roja le agregas un poco de jarabe de chocolate y si está demasiado oscura un poco de jarabe de maíz). Si el resultado quedó muy líquido, puedes espesarlo agregándole cacao.

 

Cómo hacer sangre falsa: receta 2

Ingredientes

  • 1 cucharada de harina
  • 1 taza de agua
  • 2 cucharadas de colorante para comidas rojo

 

Proceso

En una olla agrega el agua y la harina y mézclalos hasta que la harina se haya disuelto. Una vez hecho eso pon la mezcla a fuego fuerte y espera a que hierva, una vez que lo haga baja el fuego a medio-bajo y déjala una media hora más hasta que espese.

Una vez que la mezcla adquirió una consistencia similar a la de la sangre, retírala del fuego y deja que enfríe. Cuando esté fría la mezcla agrégale el colorante rojo y listo!

En esta receta es un poco más difícil adaptar el color, ya que si te pasas con la cantidad de colorante tendrás que hacer más mezcla de harina y agua para rebajarlo. Por eso te recomendamos que vayas agregando el colorante de a poco y que, si ves que el resultado te gusta incluso antes de terminar de echar las dos cucharadas, lo dejes así.

 

Hasta aquí llega nuestro repaso por la historia y la evolución de la sangre falsa. Es verdad que existe la posibilidad de que la tecnología termine por suplantarla en el mundo del cine, pero por suerte el teatro mantendrá vivo este producto que tanta historia carga en sus espaldas.

 

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