El cine no puede ser concebido como una expresión artística si se obvia su corriente más autoral o experimental. El trabajo de directores de la talla de Ford Coppola, Stanley Kubrick, Orson Welles, Alfred Hitchcock, entre otros muchos, son los que eleven al lenguaje cinematográfico a la categoría de “alta cultura”.
Y precisamente estos grandes nombres no habrían llegado a las cotas de reconocimiento que alcanzaron si no fuera por la labor de grandes mujeres y hombres, especializados alguna rama de la creación cinematográfica, que les acompañaron; como es el caso de Thelma Schoonmaker (montadora de Scorsese), Christopher Doyle (cinematógrafo de Wong Kar-wai) o el protagonista del artículo de hoy: el director de fotografía soviético Georgy Rerberg.
El cine soviético antes de Georgi Rerberg
El cine soviético significó toda una revolución y una enorme experimentación en cuanto a las técnicas empleadas en la industria cinematográfica, con Hollywood ya plenamente establecido, durante los años 20 y 30 del pasado siglo.
Nombres tan importantes como Eisenstein, Vértov o Pudovkin aprovecharon la intención que tenían los dirigentes de la URSS en hacer cine de una manera revolucionaria; al estilo bolchevique, acabando con mecánicas y sistemas de trabajo ya establecidas; para crear ideas innovadoras y nuevas teorías cinematográficas como el montaje intelectual y de atracciones, el Cine-Ojo de Vértov, la no utilización de actores profesionales, o la difusión de los límites entre la ficción y el documental.
Las innovaciones en concepto y técnica que trajo el cine soviético significaron toda una revolución para las maneras de hacer cine que había hasta aquel momento
La explosión del cine soviético alcanzó al mundo entero y sus imágenes realistas, su estética inconfundible y su retrato de los dramas de la sociedad como conjunto; influyeron a directores europeos, estadounidenses y de todo el globo que mostrarían sus dotes a lo largo de las décadas siguientes.
Georgi Rerberg: creador de imágenes
Durante la época en que estaba teniendo lugar esta revolución formal, nacía en 1937 un moscovita llamado Georgi Rerberg que dedicaría toda su carrera a ahondar en la utilización de las imágenes por sí mismas para transmitir belleza, melancolía, pesar y toda clase de sentimientos complejos que no tenían cabida en la industria americana, controlada por los grandes estudios y segmentada en géneros cinematográficos inamovibles.
Rerberg es conocido por su trabajo como director de fotografía haciendo películas codo con codo con directores de la talla de Andrei Konchalovsky, Igor Talankin, Sergei Solovyov o el gran Andrei Tarkovsky, con el que ayudó a crear el universo de esa película de culto que es Stalker (1979).
Andréi Tarkovski en la vida de Georgi Rerberg
El primer trabajo del cineasta Andréi Tarkovski con Georgi Rerberg fue en su cuarta película, El espejo (1975), actualmente considerada una de las mejores películas de todos los tiempos, aunque desde luego no digerible por todos los públicos.
Mirror, en su título internacional, hace un viaje por los recuerdos y sentimientos del director a través del personaje de Alekséi, que regresa a su pasado durante una conversación con su mujer. Estos recuerdos están representados por la cámara de Rerberg como una consecución de imágenes repleta de simbolismo, sin una continuidad narrativa aparente y en un ambiente onírico que transportan al espectador a entornos que destilan poesía.
Como decíamos, la película combina escenas contemporáneas con memorias de la infancia, sueños e imágenes de noticieros de la época. Su fotografía se mueve entre el color, el blanco y negro, y el sepia; con movimientos de plano imposibles y creando delicadamente composiciones con una tremenda fuerza y belleza que son capaces de sugerir, angustiar o fascinar al espectador.
A través de sus imágenes, Georgi Rerberg llama a reflexionar sobre temas como la infancia, el matrimonio, la maternidad, la pérdida, el dolor o la crueldad y espanto de la guerra; impregnando la mente del público con imágenes poéticas imperecederas.
El breve paso de Georgi Rerberg por Stalker (1979)
Tras la inmensa obra que significó Mirror, Tarkovski y Rerberg decidieron volver a trabajar juntos, esta vez en un proyecto muy personal del director; una obra de ciencia ficción que revolucionaría el género y que es considerada a día de hoy una obra de culto, con una 29ª posición en la lista de “las 50 mejores películas de todos los tiempos” del British Film Institute: la famosa Stalker, del año 1979.
Curso de Georgi Rerberg: dirección fotográfica rusa
Problemas en el rodaje y despido de Rerberg
El rodaje de Stalker fue de todo menos un paseo. Rerberg y Tarkovski estuvieron rodando planos de exterior durante todo un año. Sin embargo, cuando el equipo regresó a Moscú, descubrieron que todo el metraje recogido era totalmente inservible, pues las imágenes habían sido grabadas con el nuevo rollo de película Kodak 5247, con el que los laboratorios soviéticos de la época no estaban familiarizados.
Esta circunstancia empeoró la ya erosionada relación entre los dos genios y llevó a Tarkovski a prescindir de Georgi Rerberg. Lo despidió y contrató como director de fotografía, tiempo después, a Alexander Knyazhinsky, con el que rodaría la mayor parte los planos que se verían en la versión final del film.
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