¿Cómo hacer un reportaje fotográfico?

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Aprende a contar historias con imágenes

¿Te has quedado alguna vez hipnotizado mirando esas series de fotos en National Geographic o en tu revista favorita? Esas que te transportan a otro lugar, te cuentan una historia completa y te dejan con ganas de profundizar más en un tema. ¡Eso es un buen reportaje fotográfico! No es solo hacer un montón de fotos sobre algo, sino crear una narrativa visual que capture tu atención y despierte sentimientos.

La buena noticia es que no necesitas ser un fotógrafo profesional con años de experiencia para empezar a crear tus propios reportajes. Con algunos consejos prácticos, un poco de planificación y mucha curiosidad, tú también puedes contar historias visuales que emocionen a tus seguidores.

En este artículo te mostraremos, paso a paso y con ejemplos concretos, cómo crear reportajes fotográficos que cuenten exactamente lo que tú quieres contar.
¡Comenzamos!

1. ¿Qué es un reportaje fotográfico (y qué no es)?

Más allá de un montón de fotos bonitas: descubre qué convierte a unas cuantas imágenes en una historia completa

Un reportaje fotográfico es como una mini película hecha con fotos: tiene un inicio que te introduce en la historia, un desarrollo que te muestra los detalles importantes y un final que cierra la narrativa o te deja pensando. No es simplemente una colección de las mejores fotos que hiciste en un lugar, sino un conjunto coherente donde cada imagen cumple una función concreta dentro de la historia.

Para entenderlo mejor, imagina que visitas un mercado local. Un álbum de fotos sueltas podría mostrar productos bonitos, colores llamativos y quizás algún vendedor sonriente. Un reportaje, en cambio, podría narrar «La mañana en el mercado» desde que los vendedores llegan antes del amanecer, montan sus puestos, interactúan con los primeros clientes, hasta el bullicio del mediodía y quizás el cansancio y satisfacción del final de la jornada.

Lo que hace especial a un reportaje es que, cuando acabas de verlo, sientes que has vivido algo, que has aprendido o que te has emocionado. Las fotos individuales pueden ser impactantes por sí solas, pero juntas crean algo mayor que la suma de sus partes.

Un reportaje es como una buena conversación con un amigo que acaba de vivir una aventura: te cuenta lo importante, te muestra los momentos clave, te hace sentir las emociones y al final te deja con una idea clara de lo que experimentó.

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Foto de HONG SON
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2. Elige un tema que te apasione (o al menos te intrigue)

El secreto de un buen reportaje está en elegir un tema que te motive lo suficiente para explorarlo a fondo

El primer error que muchos cometen es elegir un tema porque «queda bien», «está de moda» o porque «es lo que hacen los fotógrafos serios». Pero la verdad es que harás un reportaje mucho mejor si eliges algo que te inspire curiosidad o, mejor aún, que te apasione.

¿Qué te hace detenerte y observar? ¿Qué temas te encuentras buscando en internet a las 2 de la mañana? ¿Qué historias te cuenta la gente que siempre quieres saber más? Ahí están tus posibles reportajes.

No pienses que tiene que ser algo exótico o lejano. Algunos de los mejores reportajes fotográficos se han hecho sobre lo cotidiano: la vida en un edificio de apartamentos, un oficio tradicional en tu ciudad, cómo pasan el día los ancianos del parque, la transformación de un barrio, o incluso la rutina de tu propia familia.

Eso sí, una vez que tengas el tema, intenta encontrar una dirección clara. En lugar de «Mi viaje a Barcelona» (demasiado amplio), podría ser «Los artistas callejeros de Las Ramblas» o «El amanecer desde el Parque Güell «. Una idea bien definida te ayudará a centrar tu mirada y hará que tu reportaje tenga más profundidad.

Elegir un tema para tu reportaje es como elegir un destino para un viaje: si vas a un lugar que realmente quieres conocer, estarás más motivado para explorar cada rincón, hablar con la gente local y descubrir esos rincones ocultos que no aparecen en las guías turísticas.

Foto de Quang Nguyen Vinh
Foto de Quang Nguyen Vinh

3. Investiga, pero no demasiado

Prepárate lo justo para entender tu tema, pero deja espacio para la sorpresa y el descubrimiento

Antes de salir con la cámara, dedica un tiempo a investigar sobre tu tema. Esto te dará contexto, te ayudará a saber dónde buscar los momentos interesantes y evitará que caigas en clichés o ideas preconcebidas. Pero ojo, no quieres llegar con tantas ideas fijas que seas incapaz de ver lo que realmente está ocurriendo frente a ti.

Si vas a fotografiar un oficio tradicional, por ejemplo, mira primero qué han hecho otros fotógrafos, pero pregúntate: «¿Qué no han mostrado? ¿Qué ángulo nuevo puedo aportar?» Si tu reportaje es sobre un evento o lugar específico, averigua horarios, ubicaciones clave, y quizás contacta previamente con alguna persona que pueda darte acceso o información privilegiada.

Un truco que funciona muy bien es hacer una primera visita de reconocimiento sin cámara (o usándola muy poco). Simplemente observa, habla con la gente, empápate del ambiente. Toma notas sobre lo que te llama la atención, los momentos que se repiten, las mejores horas para cierto tipo de luz o actividad. Esta visita «de incógnito» te dará ideas mucho más auténticas que cualquier investigación en internet.

La investigación previa es como mirar el mapa antes de un viaje: te ayuda a orientarte y a no perderte lugares importantes, pero los mejores recuerdos suelen venir de esos callejones inesperados que descubres cuando te pierdes un poco.

Foto de Cottonbro Studio
Foto de Cottonbro Studio

4. Planifica tu equipo (menos es más)

El mejor equipo para un reportaje es el que te permite concentrarte en la historia, no en cambiar objetivos constantemente

Si hay algo que puede arruinar un buen momento fotográfico es estar rebuscando en tu mochila el objetivo adecuado mientras la acción sucede frente a ti. Para un reportaje, la simplicidad es tu amiga.

La mayoría de los reporteros experimentados te dirán que prefieren trabajar con una configuración mínima:

  • Una cámara que conozcas bien (incluso un buen smartphone puede ser suficiente para empezar)
  • Uno o dos objetivos como máximo (un zoom versátil o un 35mm/50mm fijo más un teleobjetivo corto)
  • Baterías extra y tarjetas de memoria (más de las que crees que necesitarás)
  • Una pequeña libreta para notas o datos importantes
  • Una botella de agua y algo para picar (los reportajes pueden alargarse)

Si estás comenzando, no te obsesiones con tener el «equipo perfecto». Es mejor hacer un gran reportaje con una cámara básica que conoces a la perfección, que hacer uno mediocre con un equipo profesional que te mantiene preocupado por la técnica en vez de por la historia.

Para reportajes en la calle o cuando necesites pasar desapercibido, usa equipos pequeños y ligeros que no llamen la atención. Una gran cámara profesional puede hacer que la gente se sienta observada y cambie su comportamiento natural.

Tu equipo fotográfico es como los zapatos para una caminata: deben ser cómodos, adecuados al terreno, y lo mejor es que te olvides de que los llevas puestos para poder disfrutar del paisaje.

Foto de Omar Ramadan
Foto de Omar Ramadan

5. Los tres tipos de fotos que todo reportaje necesita

Construye tu historia visual con estos tres pilares fundamentales y nunca te faltarán las piezas esenciales

Para que tu reportaje cuente una historia completa, necesitas tres tipos básicos de imágenes que funcionan como las piezas de un rompecabezas:

Fotos de contexto (el dónde y cuándo): Son tomas amplias que muestran el escenario completo. Como la escena de apertura de una película, estas fotos responden a «¿dónde estamos?» y «¿qué está pasando aquí?». Suelen ser tomas con angular que incluyen el entorno y varios elementos de la escena.
Fotos de acción (el qué): Capturan los momentos clave, la actividad principal, lo que está sucediendo. Son las que muestran a personas haciendo cosas, interactuando, trabajando, celebrando… Son el corazón de tu historia y suelen ser las más dinámicas.
Fotos de detalle (el cómo y por qué): Son los primeros planos que revelan los pequeños detalles: manos trabajando, herramientas, expresiones faciales, objetos importantes. Estos detalles añaden profundidad a tu historia y muchas veces comunican emociones o significados sutiles.

Lo ideal es conseguir varias de cada tipo. Piensa en ello como grabar una escena de película: primero muestras dónde sucede todo, luego capturas la acción principal, y finalmente te acercas para mostrar detalles reveladores.

Esta combinación de tres tipos de fotos es como cocinar con ingredientes básicos: una vez que tienes la proteína, los vegetales y las especias, puedes crear infinitas variaciones, pero si falta uno de estos elementos, el plato nunca estará completo.

6. El acercamiento: cómo fotografiar personas sin incomodar

Capturar momentos auténticos con personas requiere una mezcla de respeto, comunicación clara y saber cuándo ser invisible

Fotografiar a personas puede ser complicado, especialmente si eres tímido, pero suelen ser el alma de un buen reportaje. Aquí hay algunas estrategias que funcionan en diferentes situaciones:

El acercamiento directo: Para retratos y situaciones donde quieres una conexión personal, lo mejor es ser honesto. Preséntate, explica brevemente tu proyecto y pide permiso. Sorprendentemente, muchas personas estarán encantadas de ayudar si les explicas con sinceridad lo que estás haciendo. Un simple «Estoy haciendo un reportaje sobre X, ¿te importaría si saco algunas fotos mientras trabajas/cocinas/etc.?» suele funcionar bien.

La aproximación gradual: Si estás en un entorno como un mercado o festival, comienza fotografiando el ambiente general. Luego, si ves a alguien interesante, establece primero contacto visual y sonríe. Si responden positivamente, puedes acercarte, mostrar algunas de tus fotos y preguntar si puedes fotografiarles también.

El modo » observador invisible»: Para momentos espontáneos en lugares públicos, a veces es mejor pasar desapercibido. Encuentra un buen lugar, espera pacientemente y observa cómo se desarrolla la escena frente a ti. Con el tiempo, la gente se olvida de tu presencia y puedes capturar momentos más naturales.

Independientemente de la estrategia, siempre respeta la dignidad y privacidad de las personas. Si alguien muestra incomodidad o te pide que no le fotografíes, respeta su decisión inmediatamente. Y si planeas publicar o exhibir las fotos, especialmente en casos de reportajes sobre temas sensibles, procura obtener consentimiento por escrito.

Fotografiar personas es como bailar: necesitas leer el lenguaje corporal de tu compañero, adaptarte a su ritmo y estilo, y saber cuándo dar un paso atrás. Con práctica, desarrollarás ese instinto para saber cuándo acercarte y cuándo mantener la distancia.

Foto de Torrans Mayorquin
Foto de Torrans Mayorquin

7. La técnica al servicio de la historia

Usa los aspectos técnicos de la fotografía como herramientas narrativas, no como fines en sí mismos

En un reportaje, la técnica fotográfica debe ser invisible, como la banda sonora de una película: potencia la historia sin llamar la atención sobre sí misma. Aquí hay algunas consideraciones técnicas para reportajes:

Exposición y configuración: Para no perder momentos clave mientras ajustas la cámara, es importante usar modos semiautomáticos como prioridad de apertura (A/Av) o prioridad de obturación (S/Tv). Ajusta el ISO según las condiciones, incluso si eso significa subir a 800 o más en interiores. Es mejor tener una foto con algo de ruido que una borrosa o perder el momento.

Profundidad de campo: Una apertura media (f/5.6-f/8) suele funcionar bien para equilibrar sujetos nítidos con suficiente contexto. Usa aperturas más abiertas (f/2.8 o menos) para aislar detalles específicos o en condiciones de poca luz, y aperturas más cerradas (f/11-f/16) para escenas amplias donde todo debe estar enfocado.

Velocidad: Para congelar la acción, mantén una velocidad de al menos 1/125s. Si hay mucho movimiento, sube a 1/250s o más. Si quieres transmitir movimiento (como en una procesión o desfile), prueba velocidades más lentas con un poco de «barrido» siguiendo al sujeto.

Luz: En lugar de luchar contra las condiciones de luz existentes, úsalas a tu favor narrativamente. La luz dura del mediodía puede reforzar reportajes sobre trabajo duro o situaciones difíciles, mientras que la luz dorada del atardecer puede añadir calidez a historias más emotivas o nostálgicas.

No te obsesiones con la perfección técnica. A veces, una foto ligeramente desenfocada pero que captura perfectamente la emoción de un momento será más valiosa para tu reportaje que una técnicamente impecable pero emocionalmente plana.

La técnica fotográfica es como conducir un coche: al principio requiere toda tu atención, pero con la práctica se vuelve automática, permitiéndote concentrarte en disfrutar del viaje y decidir hacia dónde quieres ir.

Foto de Cottonbro Studio
Foto de Cottonbro Studio

8. No te quedes en la superficie

Más allá de documentar lo que ves, busca capturar la esencia y las emociones de lo que estás fotografiando

Lo que distingue a un buen reportaje de uno olvidable no es la perfección técnica ni siquiera los temas, sino su capacidad para transmitir algo más profundo: la esencia o «alma» de lo que está mostrando.

Para lograrlo:

  • Observa antes de disparar: Pasa tiempo simplemente absorbiendo el ambiente, identificando patrones y ritmos en lo que sucede frente a ti.
  • Busca las emociones: Los gestos, miradas y posturas corporales suelen contar más sobre una situación que las acciones obvias.
  • Captura interacciones: La forma en que las personas se relacionan entre sí o con su entorno suele revelar aspectos profundos de una historia.
  • Presta atención a los símbolos: Objetos, carteles, o elementos del entorno que tienen un significado especial en el contexto que estás documentando.
  • Busca yuxtaposiciones: Contrastes visuales o conceptuales que revelen algo sobre la historia (lo antiguo junto a lo moderno, lo rico junto a lo pobre, etc.).

No tengas miedo de involucrarte emocionalmente con tu tema. Los mejores reportajes suelen venir de fotógrafos que sienten una auténtica conexión con lo que están fotografiando, ya sea empatía, fascinación o incluso indignación.

Capturar la esencia de un lugar o situación es como oler un perfume: no puedes «ver» todos sus componentes, pero reconoces inmediatamente su carácter. Tu objetivo es que quien vea tus fotos pueda «oler» ese perfume a través de tus imágenes.

Foto de Huy Nguyễn
Foto de Huy Nguyễn

9. La edición: menos es más

El secreto de un reportaje impactante está más en lo que decides quitar que en lo que decides incluir

Después de una sesión fotográfica para un reportaje, es normal tener cientos de fotos. Aquí es donde comienza el verdadero trabajo de contar tu historia: la selección y edición.
Sigue este proceso paso a paso:

  • Primera selección amplia: Elimina las fotos técnicamente fallidas (fuera de foco, mal expuestas) y las claramente redundantes. Quédate con todas las que tengan potencial.
  • Deja reposar: Si puedes, deja pasar un día o dos antes de la segunda selección. La distancia te dará objetividad.
  • Segunda selección: Ahora sé más estricto. Por cada escena o momento similar, escoge solo la mejor versión. Pregúntate: «¿Esta foto aporta algo único a la historia?»
  • Organiza la narrativa: Coloca las finalistas en un orden que cuente tu historia. Juega con diferentes secuencias hasta encontrar la que fluye mejor.
  • Tercera selección (la definitiva): Un reportaje típico tiene entre 8 y 15 fotos. Sé despiadado y quédate solo con las imprescindibles. Cada foto debe ganarse su lugar.

En cuanto al procesado, busca coherencia. No es necesario que todas las fotos se vean idénticas, pero deben parecer parte de la misma familia. Un estilo de procesado consistente ayuda a unificar el reportaje. Para la mayoría de trabajos documentales, menos es más: ajustes sutiles de exposición, contraste y color que respeten la autenticidad de la escena original.

La edición es como preparar una cena gourmet: no trata de incluir todos los ingredientes disponibles, sino de seleccionar cuidadosamente los mejores y combinarlos de forma que cada uno destaque el sabor de los demás, creando una experiencia inolvidable.

Foto de George Milton
Foto de George Milton

10. Comparte tu historia con el mundo

Tu reportaje cobra vida cuando encuentra su público. Aprende a presentarlo de forma que maximice su impacto

Una vez completado tu reportaje, es hora de compartirlo. La forma en que lo presentes puede ser tan importante como el contenido mismo para transmitir tu mensaje.

Algunas opciones para presentar tu trabajo:

  • Álbum impreso o fotolibro: Ideal para historias personales o proyectos artísticos. El formato físico crea una experiencia más cercana.
  • Exposición: Desde una cafetería local hasta una galería, ver tus fotos impresas y expuestas les da una presencia y escala que la pantalla no puede igualar.
  • Redes sociales: Instagram, Facebook o plataformas especializadas como Behance permiten llegar a un público amplio. Ten en cuenta cómo la secuencia y el formato afectarán la experiencia en cada plataforma.
  • Tu propio sitio web: Te da control total sobre la presentación y permite combinar fotos con texto explicativo más extenso.
  • Presentación en persona: Para ciertos temas, una presentación donde tú narres la historia mientras se muestran las imágenes puede crear una conexión más profunda.

Sea cual sea el formato, dedica tiempo a pensar en el título y texto de acompañamiento. Un buen título es como la puerta de entrada a tu historia, y un breve texto a modo de introducción puede crear el contexto necesario sin sobreexplicar.

Es importante mostrar tus fotos a las personas que aparecen en ellas. Comparte tu trabajo con la comunidad que fotografiaste es lo correcto y justo. Además, cuando les enseñas las imágenes, crea buenas relaciones y puede que te surjan nuevos proyectos o contactos.

Compartir tu reportaje es como lanzar un barco de papel en un río: una vez que lo sueltas, emprende su propio viaje, llegando a personas y lugares que quizás nunca imaginaste.

11. Conclusión: el mundo necesita tu mirada

No olvides que cada reportaje que creas es una oportunidad para compartir tu visión del mundo que te rodea

Hacer reportajes fotográficos no es solo documentar el mundo, sino interpretarlo a través de tu mirada. Nadie más ve exactamente lo que tú ves ni de la forma en que tú lo ves. Esa perspectiva personal es lo que le da el verdadero valor a un reportaje.

No te compares con otros fotógrafos ni intentes copiar estilos famosos. En lugar de eso, busca tu propio estilo prestando atención a qué te atrae, qué te emociona y qué historias sientes que necesitan ser contadas. Con el tiempo y la práctica, desarrollarás un estilo reconocible que será tan único como tu huella dactilar.

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