A veces solo necesitas cambiar de pista o de canal para encontrar lo que buscabas. Así fue como Javier Frías, una de nuestras máquinas de talento, incorporó a su trayectoria como músico el plus de la formación como técnico de sonido. Salvando las distancias, se ha convertido en un hombre orquesta que se puede ocupar de todo lo relacionado con su trabajo. De hecho, hoy se siente orgulloso gracias a “las oportunidades” laborales “cada vez mayores” que han ido surgiendo desde que realizó las prácticas del Curso de Técnico de Sonido.
Cada vez que me dan la oportunidad de trabajar en algo del mundillo, aprendo algo nuevo y avanzo profesionalmente.
¿Cuáles serían sus grandes hits? “Desde realizar varios conciertos yo solo en luces y sonido a trabajar como apoyo en jornadas de festival o en grandes eventos musicales”, cuenta, y añade: “Digo sin temor a equivocarme que cada vez que me dan la oportunidad de trabajar en algo del mundillo, aprendo algo nuevo y avanzo profesionalmente”.
Unas prácticas de premio
Para Javier su paso por Treintaycinco mm ha sido un aprendizaje completo, porque, además de proporcionarle diversos trabajos, “llegó en un momento de incerteza y, sin duda, ha repercutido de manera positiva en muchas cosas, desde profesional a socialmente”. Cuenta que la escuela le apoyó en todo momento, pero con tremenda estrella entre nuestro alumnado no podía ser de otra forma.
Durante mis prácticas pude conocer a grandes del jazz y del swing como Ray Gelato o Kenny Garret, aprendiz del legendario Miles Davis.
Por ejemplo, hizo sus prácticas en uno de los puntos neurálgicos de la música en directo de A Coruña: el Garufa Club, del que también guarda un genial recuerdo. “Fueron unos grandes meses donde también pude conocer a todo tipo de artistas y personas de la música y tener otro tipo de relación con ellos. Durante mis prácticas pude conocer a grandes del jazz y del swing como Ray Gelato o Kenny Garret, aprendiz del legendario Miles Davis”, recuerda.
“Y todo fue posible gracias a la diversidad de géneros y caché que maneja la sala, buena música, buen equipo de sonido y luces y el placer de escuchar la música en vivo de una manera muy cercana”, aclara.
La evolución lógica
Muchas personas dedicadas al mundo de la música deciden controlar todo el proceso creativo y formarse como técnicos de sonido u otras especialidades. Si hubiera una canción sobre la historia de Javier, la letra sería un poco similar a esa dinámica. Este artista explica que eligió este nuevo camino tras “unos años dentro del mundo de la música”.
Javier reconoce que su “aventura” en Treintaycinco mm “salió muy bien”.
“Como músico siempre me ha fascinado el conocer cómo funcionaba el sonido, sobre todo en grandes eventos como conciertos, festivales, etc”, reflexiona. Así que con el apoyo del equipo tutorial y de los compañeros se lanzó a conquistar todas las pistas y canales. Hoy dice que la aventura “salió muy bien” y confía en evolucionar hacia una convivencia entre la cara A de su vida profesional en un estudio y la cara B en salas de conciertos y festivales.
El plan de Javier es muy claro: “No me importaría seguir muchos más años trabajando con artistas en directo, pero tengo claro que en algún punto de mi carrera me gustaría poder tener un estudio de grabación o un home studio donde poder producir música y que sea algo más tranquilo”.
Una apuesta ideal
Nuestro técnico de sonido agradece enormemente sus prácticas con un equipo único en el Garufa, pero también piropea los métodos de trabajo de la escuela, que para él “son inmejorables”.
Considera que “se adaptan muy bien a las personas que tienen el tiempo justo o que están trabajando a la vez que estudian” y agradece las herramientas de aprendizaje que se le brindaron y que le han permitido llegar a donde está. ¡Quedas tú por entrar en la lista de éxitos!